Roemmers empezó la expansión internacional en los años sesenta y se sostiene como uno de los grandes de la zona pese a haberse desprendido de las firmas que operan con su nombre en Latinoamérica. En el mes de abril, Alberto Roemmers, hijo del creador y una de las 8 mayores fortunas argentinas, conforme Forbes, vendió su participación del cincuenta por ciento en Mega Pharma, un laboratorio con sede en Uruguay que concentra las operaciones de la marca Roemmers fuera de Argentina. La transacción, de más de mil millones de dólares americanos, conforme la página web Pharma Biz, cierra una reestructuración que efectuó la compañía hace más de quince años.
En dos mil dos, el consorcio de Argentina vendió una parte esencial de sus empresas en el extranjero a la firma uruguaya, asimismo fundada por la familia Roemmers al lado de otros asociados. El conjunto bonaerense, no obstante, preservó empresas clave en Brasil y México, y su negocio internacional despegó con otras marcas paralelamente a sus viejas filiales.
Con la salida de Mega Pharma, Roemmers centró su actividad fuera de Argentina en la brasileira Farmoquímica y, sobre todo, en los laboratorios que operan bajo el sello de Siegfried en múltiples países sudamericanos. De momento, se da la paradoja de que las filiales del conjunto compiten con su marca en la zona. En mil novecientos noventa y cuatro Roemmers adquirió una de las quince empresas más esenciales de la industria farmacéutica mexicana: Siegfried Rhein, entonces subsidiaria de un conjunto suizo. Siegfried tiene operaciones en la mayor parte de los países de Latinoamérica, con la producción centrada en México y Colombia.
En Argentina, su mayor mercado, Laboratorios Roemmers tiene 5 plantas distribuidas entre la capital y el Gran Buenos Aires. En dos mil dieciseis facturó doscientos cuarenta y siete millones de dólares estadounidenses, conforme datos de la gaceta Mercado. Allá genera una extensa gama de medicamentos y es fuerte en las líneas de cardiología, pediatría, clínica médica, geriatría y cirugía. La factoría de fármacos por sí misma tiene una capacidad de producción de ochenta y cinco millones de unidades al año. Por su parte, el conjunto es dueño de los laboratorios argentinos Investi, Poen y Gramon-Millet y tiene el cuarenta y cuatro por ciento de las acciones de Gador, uno de los 3 más grandes del país.
La reciente salida de Mega Pharma fue una operación esencial para el ámbito mas no fue el tema por el que Roemmers acaparó la atención de la prensa en los últimos meses. En el mes de febrero, Alejandro Roemmers festejó su aniversario número sesenta en Marruecos con una celebración para seiscientos convidados que costó 6 millones de dólares estadounidenses, conforme la prensa local, y también incluyó una actuación en vivo del vocalista Ricky Martin. Era un tema privado, mas llegó a los editoriales de los diarios pues se generó justo cuando la industria farmacéutica, cuestionada por el incremento de costes, se preparaba para negociar los contratos con las mutuas sanitarias.
El comprador más esencial de los laboratorias es con diferencia el Pami (Programa de Asistencia Médica Integral), la mutua de unos 5 millones de retirados. Representa el cuarenta por ciento del mercado farmacéutico argentino, mas históricamente ha tenido un escaso control del Gobierno de su acuerdo con la industria y a veces ha pagado costos más altos que otros compradores institucionales de menor tamaño, todavía siendo un organismo deficitario.
Preocupado por esos números colorados, el Gobierno de Mauricio Macri impulsó diferentes estrategias para supervisar el gasto del sistema, como las licitaciones y las compras centralizadas de las diferentes instituciones. Online con la nueva política, el pacto firmado por el Pami en el tercer mes del año estableció una reducción de costes y un techo para los futuros incrementos. Significó un ahorro de unos ciento setenta millones de euros para la entidad y una mala nueva para los ingresos de las compañías.
Apogeo del campo
En los últimos un par de años los fármacos se encarecieron mucho en Argentina, una vez que el Gobierno suprimiera los controles de costos que rigieron a lo largo de los Gobiernos de Cristina Kirchner (dos mil siete-dos mil quince). “Durante el kirchnerismo los costes de los fármacos aumentaban menos que el nivel general de la economía, mas tras el cambio de Gobierno ocurrió lo contrario”, asevera Mariángel Ghilardi, analista de la asesora Ecolatina. Con el impulso del consumo, no obstante, el ámbito medró a una tasa media anual del seis con dos por ciento entre dos mil cinco y dos mil quince.
El directivo para Latinoamérica de IQVIA, Juan Manuel Santa María, asevera que la estrategia de las compañías para evitar el intervencionismo de esos años fue el lanzamiento acelerado de nuevos medicamentos. “Como la meta del Ejecutivo solo era que no se disparase el IPC (índice de costos al consumo), las compañías sacaban nuevos productos que no afectaban inmediatamente al cálculo de la inflación”, explica Santa María. “Las compañías ponían un costo alto de lanzamiento que les asegurase un jergón en los años siguientes y compensara la caída de la rentabilidad de las enseñas más maduras”. Hubo innovaciones terapéuticas auténticas, mas asimismo simples alteraciones de los envases y presentaciones de los fármacos ya existentes que los hacían parecer nuevos.