Claudio Gancedo está sentado en una silla de un Boeing 737 de Compañías aéreas Argentinas. No está a puntito de viajar, sino allá espera a los clientes del servicio ¿Clientes del servicio? Sí, el hombre -un arquitecto fanático de la aviación- construyó en el Aeroclub de Pinamar el que, según él, es el único bar en el planeta ambientado con partes de diferentes aviones que desarmó para construir este sitio temático.
Su locura empezó hace tres meses cuando junto a su socio Fernando Roig decidieron “ponerle onda” a una confitería que se caía a pedazos y que necesitaba aire fresco. Comenzaron pintándolo y sacándole los manchones de humedad, pero faltaba algo más: “Estamos en un lugar relacionado con los aviación, de qué manera podíamos mejorarlo”, se preguntaron mientras tomaban una cerveza: “¿Y si procuramos desarmaderos de aeroplanos y adquirimos las partes que estén por tirar?”, lanzó uno y se miraron fijo. La locura había empezado.
El techo está tapizado con un paracaídas enorme, la barra de tragos es una cabina de conduzco, las mesas son las que vienen en los asientos de avión, por todos lados cuelgan los oxigenadores (esos que se desprenden cuando hay una emergencia), tiene asimismo ventanas como decoración, baulera para dejar el bolso del caballero o bien la cartera de la dama y además dispenser para servir café o agua tal como los hacen las azafatas en pleno vuelo.
“Todavía nos falta acabar con algunas cosas que ya compramos y no nos llegaron, pero la cocina funciona y la idea es que tanto los pinamarenses como los turistas vengan a conocerlo”, afirma Claudio de cincuenta y cinco años y con 25 en la ciudad balnearia. Allá puede lograrse hamburguesas, minutas, sándwiches, tartas y meriendas. “Pero si me avisan con tiempo se puede hacer un asado, cordero a la cruz o lo que sea”, añade. Además tambien ofrece: alquiler de barras para eventos y es barman para fiestas.
Para construir todo tardó 3 meses. Primero en ir a buscar los materiales a hasta diferentes localidades como Benavídez y Ezeiza y traerlo en fletes hasta Pinamar. Luego en elegir las mejores piezas y darle un orden, para más tarde colocarlas.
Para entrar a los baños hay que pasar por las puertas originales que se usaron en vuelos de Compañías aéreas Argentinas. El de hombres dice “pilotos” y el de mujeres “azafatas”. Pero con esa distinción ya tuvieron algunas quejas: “Hace poco vino una chica que es piloto y se metió en el baño de caballeros, cuando le dije que el otro era para mujeres me miró y me afirmó ‘yo soy piloto conque entro acá’. La verdad que llevaba razón, estamos valorando cambiarlo”.